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CARCELES DE CRISTAL

La lenta muerte de los delfines

elfines, cetáceos y otros animales viven en cautividad en zoos y acuarios. Algunos
nacen y mueren presos de toda libertad. Ofrecen su existencia al deleite de los seres
humanos, que aplauden desde las gradas sus zambullidos, pero ¿qué lleva al ser
Dhumano a aceptar estas prácticas? ¿Cómo afectan estas cárceles a la salud de los
animales?

Imaginen vivir en una cárcel con forma de escaparate. Al otro lado, un público
que aplaude cada súplica, cada lamento, por confundir la vida cautiva con una suerte de
entretenimiento. Así es la vida en los acuarios, donde la rutina se escribe en forma de aplausos
y ruido, y transcurre en una pequeña piscina cuyos reflejos azulados la pintan, desde fuera,
mucho menos cruel de lo que realmente es. Anuk es la última en morir encerrada. La delfín,
matriarca del zoo de Barcelona, falleció a los 34 años, después de que un virus le arrebatara
las pocas fuerzas que le quedaban para chapotear sin sentido junto al resto de la manada.
Su muerte, no obstante, ha reavivado el debate sobre el maltrato que sufren los animales en
estos espacios.

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